Este saltamontes, como tantos otros bichos del campo, encuentra sumo placer en encaramarse a una margarita y sentirse el rey del mundo. Actos megalómanos como ése, suelen verse interrumpidos por el vuelo sagaz de un plumífero, o por el ataque artero de una araña. Sin embargo, este colorido ejemplar no conoció tamañas derrotas; antes que ello lució sus rojos y verdes hasta que nos perdimos de vista. ¿Que será de este muchacho hoy?
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