Antes de ser liberada, Alba Raña posó orgullosa exhibiendo palpos y patas, pelos y señales. Sus múltiples ojos de cazadora nos miran atentos y con la lógica cautela de quien se enfrenta a un ser gigantesco con una cámara de fotos. Nunca intentó atacar, antes que ello encontrar una salida rápida y un posado fugaz, pero de fugarse echando leches.
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